martes, 30 de octubre de 2007

"Emprendimiento Universitario"




"La mitad de los que fundan su empresa tiene entre 28 y 35 años. El 90% lo hace en grupo y el 73% tiene formación universitaria. A diferencia de los emprendedores de la crisis, no buscan sobrevivir sino realizarse."


Si buscamos en el diccionario la palabra emprender encontraríamos el siguiente significado: tr. Comenzar una obra, negocio, etc., especialmente los que entrañan alguna dificultad o peligro: emprender una aventura. Eso es emprender, comenzar, iniciar algo a pesar de las dificultades que estas presenten.
Si bien es cierto que los rasgos de la personalidad del nuevo emprendedor, sus motivaciones a la hora de embarcarse en un nuevo negocio, la capacidad intelectual o física, la formación o experiencia previa pueden, indudablemente, influir en el éxito de la nueva empresa, no cabe atribuir a estos aspectos un valor absoluto, ni elevarlos a la categoría de requisitos previos e indispensables que deban reunirse obligatoriamente para poder afrontar con perspectivas un nuevo negocio.


La sociedad de hoy requiere del emprendedor profesional derivados de una formación completa; a fin de contribuir a elevar y sostener los actuales emprendimientos, como así también acompañar en la generación de nuevos negocios; para lo cual es necesario formar equipos de trabajo multidisciplinarios, fomentando la asociatividad, que permita tener una Visión completa del funcionamiento de la empresa en su conjunto.

Por segundo año consecutivo, la Universidad UCINF lanza el concurso Emprende, un concurso de ideas de negocio. Este concurso se enmarca en un amplio programa de formación integral de sus estudiantes, llamado Sello, en el que a través de distintas actividades, la Universidad busca crear una impronta propia en sus alumnos, donde la Capacidad Emprendedora destaque en ellos.

Con el lema "atrévete, transforma tus sueños en realidad" la Universidad convoca a todos sus estudiantes a participar en el concurso, donde los estudiantes de la Universidad deben presentar proyectos productivos innovadores en cualquier ámbito.
Durante los últimos cinco años, una veintena de planteles ha puesto en marcha centros de apoyo al emprendimiento de sus propios estudiantes, incluso antes de que se gradúen y en facultades distintas a las de Administración.



HACE DOS AÑOS, Max Celedón y César Hernández eran estudiantes de ingeniería en la Universidad Federico Santa María cuando decidieron participar en un concurso que realizaba el plantel para atraer nuevas ideas de negocios. Su afición a los videojuegos los impulsó a presentar un proyecto que podría resultar atractivo: un partido de fútbol para ser jugado por celular, en dos dimensiones y con un despliegue de imágenes a distintas velocidades.
La idea de estos universitarios no sólo ganó el concurso, sino que fue apoyada por 3ie, la incubadora de negocios que la Santa María mantiene desde 2002. Hoy, los jóvenes socios lucen con orgullo a Psychoworld, una empresa de productos para celulares que lograron armar con la ayuda de la universidad y que el año pasado facturó US$ 400 mil. Aunque esperan seguir creciendo, porque ya tienen en carpeta el desarrollo del primer Messenger para teléfonos móviles.

Al igual que Psychoworld, otras 60 empresas se han armado al alero de 3ie y con alumnos de la Santa María. De éstas, 36 ya iniciaron actividades y forman parte activa de la cartera de esta incubadora, generando cerca de US$ 2 millones al año y dando empleo a 120 personas.

Claro que el caso de la Santa María está lejos de ser único. Durante los últimos cinco años se han multiplicado las incubadoras de empresas en las universidades, extendiéndose a una veintena e incluso más allá de las facultades de negocios o ingenierías. Como es el caso de Sabio, la incubadora del Campus Sur de la U. de Chile, que agrupa a las carreras silvoagropecuarias, y que tiene como socios a Fedefruta y la SNA. O el Centro de Innovación Tecnológica de la Facultad de Ciencias de la misma casa de estudios, que ya cuenta con dos alumnos de biología empresarios. También, el Centro de Innovación y Tecnología de Medicina, y el Centro de Emprendimiento de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Esta última tiene 30 proyectos en gestación.

Beneficio a la vista

Por lo general, las incubadoras se transforman en propietarias de los proyectos cuando se formalizan, obteniendo una parte de las ganancias de sus ventas. Pero no siempre se trata de un camino corto o fácil.
Patricio Cortés, director del Centro de Emprendimiento de la Universidad del Desarrollo cuenta que desde el 2002 han asesorado 150 proyectos, de los cuales 50 son viables. “Pero muchos están en espera por una mejor situación de mercado o por falta de financiamiento”, dice. Y aunque son sólo siete los que están empezando a operar, estima que hasta ahora se han beneficiado 1.600 alumnos, al haber participado en alguna de las fases: el estudio, la investigación, la difusión o la formación misma de la empresa.

La Universidad Diego Portales creó el Centro de Iniciativa en 2001. “Queríamos nuestros alumnos que tuvieran interés en formar sus empresas lo hicieran aquí”, explica el académico a cargo, Jaime Villareal. Desde el 2004 se han presentado alrededor de 400 proyectos, aunque sólo el 10% ha pasado al plan de negocios. De éstos, la mayoría son de ingeniería comercial y un 17% de otras carreras. Tiene actualmente nueve empresas iniciando actividades en los rubros turismo, servicios para la exportación y tecnología. Genera, la incubadora de negocios de la U. Católica, existe desde el 2002 y ya ha gestado 80 proyectos, 51 de los cuales está vinculados a profesores, egresados y alumnos.

Corfo invierte $ 7.000 millones en incubadoras

La fuerza que ha tomado la creación de incubadoras de negocios en las universidades se refleja con nitidez en las cifras. De las 26 que ha apoyado la Corfo a través de Innova Chile en los últimos seis años, 22 están en pleno funcionamiento a lo largo de todo el país y todas están relacionadas con planteles de educación superior.
El programa de apoyo a la formación de incubadoras partió el 2001 y el 2004 se abrió la línea de fortalecimiento. “El dinero que le entregamos se da en dos etapas, una primera de tres años para que se formen y empiecen a operar, y una segunda de reforzamiento en que las ayudamos para que sigan adelante”, explica Adrán Magendzo, subdirector de emprendimiento de Innova Chile. El subsidio asciende a $ 300 millones por etapa, pero al cabo de los seis años las incubadoras deben autofinanciarse.

El total de inversión realizada en las etapas de apertura y fortalecimiento de las incubadoras es del orden de $7.000 millones de pesos. Innova Chile ha poyado del orden de 300 proyectos de emprendimiento en las distintas incubadoras y la tasa de “graduados” es del orden del 15%. Es decir, proyectos que efectivamente se convirtieron en empresas y que funcionan.

A futuro, la institución hará cambios en la entrega de recursos para lograr que efectivamente estos proyectos se conviertan en empresas. “Muchos quedan guardados, porque se les apoya al principio, por eso trabajaremos con la red de inversionistas para apoyarlos en la etapa de financiación”, dice Magendzo.


Lesly Vergara.

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